Festival Aniversario Cervezorama...

Me resulta curioso y divertido pensar que justo dos años (menos dos días) después de que publicara un post bastante misceláneo y con un título muy concreto pero francamente malo me dispondré a volver a mi segunda ciudad para celebrar el aniversario de la creación de un proyecto que empezó con la forma de una modesta y estrecha tienda de cervezas en Malasaña, pero que ahora es mucho, muchísimo más.

Recuerdo con cariño mis excursiones semanales a Cervezorama, donde Javi (ahora en La Tienda de la Cerveza) o David me informaban con prontitud de las últimas novedades llegadas (que la mayoría de las veces no eran pocas), y conversábamos con admiración sobre la realidad cervecera barcelonesa, a la vez que, esperanzados, de los tímidos rumores de movimientos y futuras novedades en Madrid.

Tal como se puede descubrir en la entrada enlazada en el primer párrafo, fue allí donde descubrí un nombre tan desconocido entonces como popular hoy: Fábrica Maravillas. Pero también es donde, casi hecho adrede, por primera vez mi camino se cruzó con el de una botella de cada una de las dos variedades existentes de Cervezas Yria, que en aquellos momentos era tan sólo una marca de cerveza española más dentro de la creciente selección de referencias, con un bagaje de 12 meses. Digo "tan sólo" porque, casi simultáneamente a mi primera visita, se organizó una cata de cervezas Yria dirigida por Ernesto en la trastienda, a partir de la cual una relación que, hasta entonces, era puramente comercial empezó a convertirse en algo más.

Al poco tiempo, el póquer formado por Ani, Ernesto, Miriam y David ya producía cerveza, probando recetas conjuntas antes de sacar, hace dos años, la primera Guinea Pigs!, la 95, que pronto tendría en la Flow su hermana óscura y lupulada. Aún puedo recordar el momento que me hice con aquellas dos botellas grandotas de tapón mecánico, con una imagen transgresora en línea al perfil de unas birras que, poco a poco, empezaron a aparecer por blogs, redes sociales, ferias y muchos, muchos grifos y vasos de toda la península. Unos meses después, Cervezorama e Yria-GuineaPigs! unían fuerzas convirtiéndose en productores, tenderos y distribuidores a la vez.

El hecho es que esta buena gente monta, en coorganización con Zombier, una fiesta de aniversario el 1 de febrero, con la intención de celebrar esta trayectoria junto a la gente con quien han ido compartiendo buenos momentos en este mundillo y, por qué no, con otros cerveceros que tengan ganas de disfrutar de un gran evento pensado para pasar un buen rato con buena compañía. Ellos, así como muchos otros madrileños, llevan tiempo trabajando y luchando para construir un mejor panorama cervecero en la capital de España, y este Festival quiere servir, también, como punto de encuentro entre cerveceros de toda la geografía y algunos invitados especiales venidos de otros países. 

Ernesto me habló del Festival en el Fes-t'hi de Vilanova. No me había planteado, naturalmente, pasar el día 1 de febrero en la meseta central, pero pocos minutos me faltaron para entusiasmarme con la idea de mi retorno a Madrid para una gran ocasión como ésta. No conocía ni la mitad del buen cartel que tiene el evento, pero no dudé en asegurarle que, de tener disponibilidad, seguro que iba a asistir: y es que resulta difícil no contagiarse de las ganas de hacer cosas de este cuarteto de cobayos, que viven su trabajo con alegría y que tanto ayudan a dinamizar el entorno cervecero con su actividad.

Conmigo lo tuvieron fácil, pero para las mentes dubitativas allí van algunos motivos rápidos para asistir: barra de 10 grifos bajo nombres tales como "Petrolacos", "Vinagretes", o "Lupulazos", con un montón de referencias mayúsculas que se van anunciando por redes sociales; aunque quizás pueda resultar más atractiva la presencia, entre otros, de los cerveceros de Domus, La Pirata, Reptilian, La Petra, Magic Rock o Lervig; o incluso la posibilidad de tomar buenas cervezas en la plaza del Mercado de San Fernando, justo delante de La Buena Pinta para comprar alguna botellita, si cabe; o, qué carajo, ni que sea para brindar con esta buena panda de Cervezorama, que están de aniversario y para ello nos presentan su edición especial de la Flow, con un espectacular diseño de etiqueta de Antonio Bravo, en la que los caretos son simplemente inconfundibles. 


Queda dicho. Por mi parte, en dos semanas me dispondré a coger un AVE dirección a Madrid para no perderme este espectáculo y poder disfrutar de una jornada socio-gastronómica con buena cerveza y grandes compañeros de farras pasadas, presentes y futuras.

Salut i birra!

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