La cerveza belga no es aburrida...
Bélgica. Seguro que muchos de los que hoy amamos la cerveza por encima de la media empezamos a enamorarnos de esta bebida con esas primeras Cervezas de Abadía y Trapenses, que íbamos encontrando en supermercados y en algún bar que, por aquel entonces, nos emocionaba con su variada oferta de 15 referencias internacionales en botella. De un tiempo para acá, no obstante, llegaron las microcerveceras locales, la influencia de las craft norteamericanas, las revoluciones, los punkies y la lamentable guerra de los IBUs, provocando todo ello una, en mi opinión, exagerada fijación con uno sólo de los cuatro ingredientes básicos de la cerveza. En círculos cerveceros, el lúpulo desbancaba por completo esas cervezas de perfil más dulzón que amargo y la complejidad que la levadura puede dar a ciertos tipos de cerveza. Por no hablar, naturalmente, de las cervezas de baja fermentación más suaves y sutiles.