4to #FFdA - Mis cervezas (1/2)...

Ya ha pasado una semana desde que finalizara la cuarta convocatoria del Finde Fondo de Armario (#FFdA), y desde entonces han ido apareciendo varios resúmenes en las bitácoras y perfiles sociales de los participantes en los que hemos empezado a ver un cualitativo desfile de cervezones, entre los que han aparecido algunos auténticos vintage.

Como acumulador desmedido de cerveza que soy, y gran amante de envejecer ciertas botellas, me encanta comprobar el creciente interés que se observa en relación a las cervezas añejas: no sólo verificable a través de algunas experiencias de este 4to #FFdA, sino también en la creciente oferta por parte de tiendas especializadas y bares. En este sentido, también tenemos la prueba viendo la respuesta general a uno de los últimos posts de Pau, que apuntaba a que existe una demanda de este tipo de producto (punto 6).

Pero entremos en materia, empezando por la parte voyeurista. ¿De dónde salen todas esas cervezas que van desfilando por los posts del #FFdA? En mi caso, la respuesta puede variar en función de cada caso, pero el responsable del almacenamiento de cerca del 80% de botellas que forman a día de hoy parte de mi patrimonio cervecero es un armario al que, habrán notado los más diligentes lectores de esta bitácora, tengo tendencia a llamar "bodeguita". De hecho, en dos entradas (1 y 2) bastante prehistóricas, la bodeguita ya había hecho algún cameo. Veamos, no obstante, una instantánea de ella tal como luce actualmente al abrir la puerta.

Esta fiel aliada tiene la gran virtud de conservar un rango de temperaturas muy aceptable para la conservación de cerveza, bajando raramente de los 8ºC y marcando unas máximas de 18º-19º en los meses de más calor (lo que veis en la foto es un termómetro; sí, cada vez que abro la puerta controlo la temperatura). A parte del hecho de que en mis lares no acostumbra a abrasar el calor, la rejilla de aire que podéis apreciar en la foto es una de las buenas razones por las que el armario se mantiene siempre fresco. Adicionalmente, con la puerta cerrada, la oscuridad para las botellas es absoluta.

Eso provoca que, tal como ha sido el caso en este 4to #FFdA, a partir del momento en que bajan las temperaturas no requiera de ningún tipo de refrigerador para la mayoría de cervezas de que dispongo. Pero para las que sí requieran de ese punto adicional de frío, o para el "activo circulante", tengo una nevera dedicada a la guarda y refrigeración de cerveza (y de algún zumo para cuando vuelvo de hacer deporte).

Pero existe un tercer elemento en esta relación, que por cierto está en vías de mejora: las cajas de envejecimiento. Por razones de espacio, buena parte de las cervezas destinadas a una guarda que estime superior a los 3 años son almacenadas dentro de cajas, que a su vez están guardadas en un rincón de la casa al que no entra luz, y donde la temperatura tampoco sufre grandes variaciones. Son éstos los contenedores de los futuros (y algún presente) vintage de Can Birraire.

Espero, en breve, optimizar el espacio de mi bodeguita y hacer una pequeña ampliación que me permita tenerlo todo junto, y no ocupar más espacio en otras habitaciones.

Y ahora, sin más dilación, vayamos al tajo con la parte ffdaera pura y dura, que es la de las cervezas tomadas.


#1 - Guineu Ardenya:

La Vieja, sí señor. Se tiene más que merecido dicho adjetivo, y es que no sólo se trata de una "cerveza histórica", que trata de recrear las elaboraciones de las que no hace tantos años se encontraron indicios de producción continuada, en el yacimiento neolítico de Begues (Barcelona); sino que, a parte, la condenada llevaba ¡4 años caducada! Puesto en números: cuando la cerveza salió al mercado en edición limitada, en 2008, en Catalunya (sólo tengo datos ciertos y propios de aquí) sólo existían un 8% de las empresas que han producido o distribuido marcas propias de cerveza. En la fecha de caducidad de la Ardenya, muchos de los que hoy arrugan la nariz con una Paulaner pensaban que esta Hefeweizen muniquesa era una cerveza única. Que nos sirva este dato para relativizar las cosas.

Dada la bofetada general al snobismo y deshinchado algún ego, contaros que escogí esta cerveza porque hacía tiempo que pedía turno: hace cosa de dos años, su "padre" Guzmán me la regaló en una de mis excursiones más o menos frecuentes a Ca l'Arenys, de modo que fue sometida a envejecimiento por partida doble. Tenía gran curiosidad por probarla, pues en su momento se me escapó totalmente (en 2008 no andaba buscando novedades... sinceramente, en esos momentos no tan lejanos me parecía asombroso que existieran 2 o 3 variedades de Montseny y Guineu, y no creía que la cosa pudiera dar mucho más de sí. Que cosas tiene la perspectiva del tiempo).

Me esperaba poco de la cerveza, pues era una de las primeras mal-llamadas Artesanas, y además había tenido mucho tiempo para asumir su condición de caducada; pero la curiosidad era total. Al sacar la chapa, parecía que abriera un agua, sin prácticamente ningún indicio de tratarse de una bebida originalmente carbonatada; en el vaso, aunque la escancié, poca burbuja pude conseguir. El aroma era agradable, de romero, con una ligera reminiscencia de miel y un punto de fruto ácido, por el madroño que se contaba entre los ingredientes. Una vez probada, en boca se presentaba algo desequilibrada, floral, especiada y con una clara incidencia de las frutas silvestres utilizadas. El fondo era maltoso, el cuerpo ligero, y la sensación en boca algo aterciopelada al trago.

Sin duda, una manera distinta y curiosa de empezar la convocatoria. A medida que iba bajando me daba cuenta de que estaba tomando auténtica historia líquida de lo que nuestro panorama microcervecero, y pensaba lo interesante que sería una Ardenya 2.0, hecha con el conocimiento acumulado durante más de 5 años y los mejores procesos e ingredientes que se utilizan hoy en día. Si después de 4 años caducada esta Ardenya estaba bien y seguía siendo bebible aún con una graduación de sólo 6,5%, una reedición limitada sería una cerveza que probaría con ganas, sin lugar a dudas.


#2 - Setembre Especial Nadal:

La segunda cerveza también fue una nacional, y concretamente de una casa (o mejor, de una Masia) que ya tiene experiencias anteriores en el #FFdA. Se trata de una de las fantásticas ediciones especiales de la Ales Agullons Setembre, que uno puede conseguir año tras año a partir del Fes-t'hi (este año, sin embargo, habrá que esperar un poco más). En este caso, la Setembre fue macerada con uvas moscatell, consiguiendo una melosidad fantástica que contrasta con la acidez de la Lambic de Cantillon con la que Carlos Rodríguez mezcla su Pura Pale.

Mi primera cerveza de la temporada etiquetada como navideña, la Especial Nadal lucía cristalina y ambarina en la copa, sin burbujas aparentemente y una cabeza inicial provocada que lentamente se difuminó. El aroma de uva y frutas frescas, como por ejemplo albaricoques y fresas, venía acompañado de un toque de madera, levadura y suave vainilla. Su sabor descubría trazas de fruta cítrica, albaricoque y madera, siendo seca al trago, y con un paso por boca delicado y moderadamente ácido.

Aquí las expectativas fueron copadas totalmente. La Setembre y sus hermanas siempre han sido muy bienvenidas en casa, y ésta no fue una excepción. El hecho de que estuviera 12 meses esperando su momento se debe a la especialidad de la cerveza, que naturalmente no puedo conseguir más que durante un corto periodo de tiempo, una sola vez al año. Cuando van llegando las fiestas invernales, es un buen momento para sacar cervezas especiales, y tomarlas con la tranquilidad que, en la mayoría de las ocasiones, el día a día de nuestras vidas no nos permite disfrutar más que por vacaciones.

Creo que no hace falta ni que comente que, como es lógico, recomiendo a todo aquel que tenga alguna botella de la familia Setembre a mano que se haga con ella. Algún día nos daremos cuenta todos del lujo que supone tener cervezas así producidas localmente.


Para no alargar la entrada más de la cuenta, seguimos con las dos últimas cervezas en el próximo post. Espero que os haya gustado el inicio de mi cuarta edición particular del #FFdA.

Salut i birra!


* Sí, en la foto la botella está vacía... pero en la foto conjunta que publicaré en el próximo post se puede ver que no hay truco, que realmente la tomé. Justo el maldito Instagram se me cuelga para la que, seguro, no podré tomar nunca más... 

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