#MBC15 - Los pequeños gestos...
El presente post viene motivado por la convocatoria del #MBC15 desde Lúpuloadicto. |
Llegados a los últimos compases de este verano, me dispongo a mirar atrás para ver qué experiencias me llevo conmigo después de estos meses de intenso calor. No ha sido un verano cualquiera: empezó con la recta final del embarazo de Mrs. Birraire, precedido por el nacimiento de mi hija, ya en agosto. Un periodo emocionalmente intenso, vivido con incertidumbre, pero con mucha calma y tranquilidad. Tanta, que cerveceramente no ha tenido historias relevantes, más allá de cada uno de los buenos momentos en los que he descansado para tomar una cerveza. O quizás sí que haya tenido alguna...
"Un inesperado inquilino se había procurado una segunda residencia para descansar del arduo trabajo de todo el año"
Las circunstancias quisieron que pasará dos días en esa ciudad, Bruselas, de la que tantos recuerdos pretéritos guardo: 48 horas con muchas cosas que hacer, durante las que no quise perder la oportunidad de hacer una visita que se me escapó anteriormente, tanto cuando viví allí en 2007 como en un posterior viaje en 2009. Podría contaros muchas cosas de Mi -corto pero intenso- Beerano Cervecero: grandes cervezas tomadas, conversaciones con figuras mayúsculas del panorama cervecero belga, o visitas a pubs míticos y fábricas como, en este caso, la Brasserie Cantillon. Pero no voy a escribir sobre el tour por las instalaciones: me centraré, contrariamente, en una pequeña anécdota que me ocurrió una vez realizada la visita a esta clásica elaboradora de cervezas de fermentación espontánea.
Después de recorrer emocionado hasta el último rincón visitable de las instalaciones de Cantillon, quise hacerme con algún souvenir en la pequeña tienda que se encuentra a la entrada de la fábrica. Entre otros ítems, quise adquirir dos vasos tipo tumbler: uno para la colección de cristalería; otro para beber Gueuze en casa como un auténtico bruselense. Envuelto el primer vaso con papel de periódico para mayor protección en su transporte, procedieron a hacer lo propio con el segundo. Pero el azar quiso que presenciara una bonita y simbólica escena.
"En estos tiempos en que no pasa ni una semana sin que tengamos noticia de otra gran operación empresarial en la industria, me quedo con las cerveceras de los pequeños gestos"
El segundo tumbler tenía un inesperado inquilino, que se había procurado una segunda residencia para descansar en verano del arduo trabajo de todo el año.
Con todos ustedes, la Maestra Fermentadora de la Brasserie Cantillon. |
En la foto no se aprecia suficientemente bien; las prisas, la escasa luz y el efecto del estrecho tumbler de Cantillon jugaron en contra de una captura algo más óptima de tan singular momento. Pero dentro de ese segundo vaso resposaba, efectivamente, una araña de considerables dimensiones. "Oh là là!" expresó con admiración y sorpresa el señor que me estaba atendiendo, que procedió a tapar el vaso cuidadosamente con un posavasos.
A su lado se encontraba Julie, hermana de Jean Van Roy y diseñadora de las preciosas etiquetas de la cervecera belga, que contempló con cariño el contenido del vaso: "Oh, c'est grand!". Con un breve intercambio de palabras, acordaron cual sería la nueva ubicación para esa maestra fermentadora, que fue trasladada a la primera planta de la cervecera para seguir con su inestimable tarea de mantener el equilibrio natural del particular ecosistema de la Brasserie.
A su lado se encontraba Julie, hermana de Jean Van Roy y diseñadora de las preciosas etiquetas de la cervecera belga, que contempló con cariño el contenido del vaso: "Oh, c'est grand!". Con un breve intercambio de palabras, acordaron cual sería la nueva ubicación para esa maestra fermentadora, que fue trasladada a la primera planta de la cervecera para seguir con su inestimable tarea de mantener el equilibrio natural del particular ecosistema de la Brasserie.
Un día escuchas o lees acerca de estos pequeños gestos, que añaden romanticismo y un punto místico a esta cervecera belga. Vivirlo en directo fue el mejor souvenir que me habría podido llevar. Queda en mi mente el recuerdo de un sitio en el que nadie parecía tener ningún tipo de prisa, donde recibían con naturalidad y hospitalidad a entusiastas cerveceros venidos de muy variados puntos del planeta para que vieran sin censura cómo se elabora su producto. No hay secretos: sólo ingredientes, máquinas y saber-hacer.
Para mí, la cerveza debe expresarse en el vaso: siempre he defendido que lo más importante para el consumidor debe ser su satisfacción al tomarla. Dave Line, homebrewer y escritor inglés del siglo anterior, se quejaba de como en los 70's las cerveceras parecían haber dejado de preocuparse de la satisfacción del consumidor, para pasar a preocuparse en especial de la satisfacción de sus accionistas.
En estos tiempos en que no pasa ni una semana sin que tengamos noticia de otra gran operación de adquisición total o parcial de empresas cerveceras por parte de los gigantes de la industria, me quedo con las empresas que se preocupan principalmente del consumidor. Me quedo, sin duda, con las cerveceras de los pequeños gestos.
Bonita historia la de la araña... :) (y felicidades por tu recién llegada)
ResponderEliminarMuchas gracias Hugo :-). Sobre la historia, una vez recuperado de la alegría de presenciarlo, no tuve duda de que tenía ante mí un buen post para escribir. ¡Un abrazo!
EliminarBueno, lo que comenté en feis... no es solamente un pequeño gesto, las arañas tienen un papel importante en Cantillon, hay que mimarlas y cuidarlas... ay al leer esta entrada ya me está entrando de nuevo ganas de volver a este lugar maravilloso.
ResponderEliminarSaludos,
Naturalmente. Me refería al cariño y cuidado con el que trataron a la araña, pero también a un montón de otros pequeños gestos, algunos de los cuales recoge el post, que hacen de ésta y otras cerveceras algo especial.
Eliminar¿Y quién no tiene ganas de repetir? No hace ni un mes que estuve y me encantaría volver ya :-). ¡Salud!
¡Sensacional, Joan! Maravillosa esa anécdota que ya me gustaría haberla vivido in situ... Las famosas arañas de Cantillon de las que solo pude ver sus telarañas cuando visité este templo hace unos años... Suscribo tus palabras, los pequeños gestos son los que dan verdadera grandeza, y Cantillon es majestuosa en este sentido.
ResponderEliminarMil gracias por compartir esta historia, Joan! Me ha encantado! Ahora ya podrás contarle a la "peque" una batallita de esas que lees en los libros viejunos y encima tienes el vaso que alojó esa araña... Què gran, noi! Una fortíssima abraçada!
Pau! Me alegra de que te haya gustado la historia :-). El vaso está guardado en el mueble correspondiente, con una gran historia detrás, aunque sin restos de telaraña ya que mi mujer, más pragmática y sin sospechas de friquismo, me convenció de que lo limpiara. Al final, no queremos fermentar nada en casa, jaja.
EliminarGràcies pel comentari! Salut mestre, i una abraçada!
Sencillamente genial, sencillamente emocionante. Qué gran lujo haber vivido esa experiencia. No creo que sea un pequeño gesto, sino todo lo contrario. Un gesto en el que se nota no sólo el buen cuidado por elaborar una cerveza propia y única sino que también el respeto por todo lo que nos rodea.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues sí, me sentí francamente afortunado, y me alegro de haber tenido los reflejos de pedirle al caballero que me atendió que frenara un momento para que pudiera tomar una foto (aunque la calidad no fuera descomunal). Es ese respeto y manera de hacer las cosas las que hacen que siempre tengamos un rinconcito especial por algunas cervezas concretas :-). ¡Un abrazo Jose!
EliminarMagnifico gesto tuvieron con el polizón de tu recién adquirido vaso, una muy buena anécdota que refleja el cariño con el que se hacen las cosas en este tipo de cerveceras.
ResponderEliminarEi Joan! Efectivamente, pequeños gestos como el cariño a una trabajadora más de la fábrica demuestran con qué tipo de cervecera estás tratando :-). Ens veiem aviat!
EliminarA veces las pequeñas anécdotas dicen mucho más que los actos grandilocuentes y esto es ejemplo de ello.
ResponderEliminarGran historia Joan!
Efectivamente :-). Es la manera cómo se hacen las cosas en el día a día las que realmente definen a las personas y a las empresas. Gracias por tu comentario, Cristóbal. ¡Abrazo!
EliminarRECUERDAME QUE NO VEA ARACNOFOBIA ANTES DE IR A CANTILLÓN JEJEJEJE. VIVIR UN MOMENTO QUE EN EL FUTURO PUEDE HACERSE HISTÓRICO PARA TU MENTE ES UNA GOZADA, PERO SABERLO YA, DESDE HOY MISMO, QUE ES UN INSTANTE PARA TODA LA VIDA NO TIENE DESCRIPCIÓN. TUS NIETOS, CON TRADICIÓN CERVECERA YA PARA ESE ENTONCES TE DIRÁN " ABUELITO JOAN, CUENTANOS OTRA VEZ LA HISTORIA DE LA ARAÑA DE CANTILLON" Y LO REVIVIRAS ETERNAMENTE.
ResponderEliminarJOER, QUE MOÑAS ME HE PUESTO JEJEJE.
FERMENTAR DICES ¡¡MENUDA FERMENTACIÓN HABEIS HECHO VOSOTROS!! ¡¡¡NUEVE MESES NADA MENOS!! XDDDD
UN BESO PARA LA BIRRAIRE FAMILY.
PD- PÁSATE POR MI BEERANO FAVORITO, A LO MEJOR TE SUENA ALGO XP
Jajajaja, a mis nietos les diré que lean el blog y me dejen beber cerveza tranquilo :-). Un fuerte abrazo Jorge, le pego una leída a tu contribución en alguna pausa de café.
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