De paseo por la capital de los Países Bajos (parte III)

(sigue el día empezado en la parte II)

Volvimos, relajadamente, a la zona céntrica de la ciudad para ir a uno de los sitios más esperados: The Beer Temple. Se trata de un pub cervecero con la particularidad de centrarse en material yankee, y aunque por la mañana habíamos pasado por delante y se podía intuir que el sitio valdría la pena, nunca habría podido anticipar lo que encontré (y lo que tomé) allí.

Cualquier problema, queja o chasco anterior quedó en el olvido al cruzar la puerta, justo momento en el que pude divisar un interior pensado y ejecutado para la práctica de hincar el codo con y sólo con cerveza. Pizarras por todos los sitios auguraban un menú de cervezas extenso y variado, y con cuatro miradas rápidas empezaron los temblores de emoción, al identificar algunos nombres clave. Treinta tiradores en fila, detrás de la barra, y con su mango oficial cada uno, no hicieron ningún favor a la necesidad que empezaba a tener de sosegar mis emociones. Después de mucho rato mirando y remirando mi alrededor desde el buen sitio en el que nos sentamos, tenía que decidir: ¿muchas de menos precio, pocas de precio alto, mix-mix? Mi mente daba vueltas sin parar, tenía un sinfín de dudas... si bien la cara de "no te pases y decide de una vez" que vi en el rostro de mi querida esposa desatascó mi cerebelo y me decanté por dos birras concretas (de las caras, ¡que no cada día te las encuentras!): una Three Floyds Pride & Joy y una Neither, una colaboración de Cigar City y Grassroots. La sonrisa de complicidad del camarero y un breve "nice" al hacer mi pedido, anticipaban algo descomunal.

Redefinición de session
beer.

Y bien, queridos compañeros cerveceros, ¿qué puedo contaros yo desde este humilde blog? Ambas cervezas fueron un shock brutal. La Pride and Joy sería más o menos una Amber, aunque 3floyds te la vende como una Mild Ale americanizada. La idea de vincular esta cerveza con un estilo tan británico como las Mild no me pareció nada descabellado, dado que pude imaginarme a mi mismo (con dinero, claro) tomándome pinta tras pinta de Pride & Joy. Si no fuera tan cara, sería una fantástica session beer para tomar en uno de esos encantadores pubs de una remota población en medio de Inglaterra. Me enamoró por igual en nariz que en boca, con un equilibrio entre malta y lúpulos ideal, carácter afrutado compensado por unos suaves pero notorios toques a pino y caramelo. De cuerpo medio y ligera carbonatación, la sensación en el paladar fue altamente placentera. Al cabo de un rato, aparecieron notas a fresa muy interesantes en nariz. Un lujo de cerveza de sesión.


¡Apártate, que llega
Neither!

La Neither otro rollo. Una American Double IPA en su máximo esplendor, con ganas de provocar, sastisfacer y reventar algún paladar, ya de paso, con su muy amargo final. Explosión de lúpulos en nariz y boca, gran variedad de frutas pero destacando sobretodo los cítricos; pino, hierba y un fondo de malta que sin ser muy notorio daba su toque para equilibrar semejante barbaridad. Carbonatación ligera y cuerpo medio completaban una cerveza que me acompañó más de una hora después de haberla tomado. Una IPA extrema y exótica; cero alcohólica aún con sus 9,25% ABV. Cuando estaba reposada, me pareció detectar toques de hojas de té negro en el aroma. Una cerveza muy compleja, fruto de la colaboración de dos grandes en el arte cervecil.


Los bonitos tiradores... No os
cuento lo que llegué a ver
en las distintas neveras...

No quería abandonar el local sin explorarlo a fondo y visitar todos sus rincones. Vi colecciones de todo tipo: tiradores de las distintas breweries americanas, botellas, cartelitos, chapas, etc. Los chicos que regentaban el Templo, a parte, eran muy simpáticos, y en el momento de pagar me interrogaron sobre las cervezas que había tomado. Fue así como tuvimos una breve charla cervecera bastante interesante, en el que pudimos hablar, entre otras cosas, de cervezas italianas y españolas.

Las pizarras del vicio...

Y así es como me fui más que contento directo a cenar, a fin de seguir con una exploración cervecera de carácter más local. ¿Que habría podido tomarme alguna cerveza más en Beer Temple? Sí, por supuesto; pero, cervecísticamente, el día no había concluido, y los matrimonios también se pueden salvar de forma preventiva. Partimos, pues, dirección a la Pancake Bakery, un restaurante típico y muy apreciado por los amsterdamers donde se pueden comer unos deliciosos y típicos pancakes (o panqueques... aunque seguiré llamándolos pancakes si no os molesta, ya que particularmente siempre

Palm tirada sin cariño.
me ha parecido una adaptación de la palabra inglesa un tanto lamentable). Para acompañar esta viciosa cena tuve que escoger entre cervezas normales; seguramente influenciado por mi recuerdo en mente y boca de la Neither no pude disfrutar excesivamente  una triste Palm de barril (sospecho que, además, me la tiraron con los pies y no con las manos...). El sitio, sin embargo, queda muy recomendado para quien quiera unas buenas y sabrosas tortitas (para usar otra posible palabra).

El día estaba llegando a su fin, según nos indicaba nuestro planning; quedaban, aún así, dos paradas: el Biercafe 't Arendsnest y el Red Light District (o Barrio Rojo). Aunque muchos mortales habrían pasado por el primero para desinhibirse en vistas al segundo, la verdad es que yo no tenía ninguna prisa para la última visita, y sí cierta ansiedad para descubrir el Arendsnest. En este caso, después de subir unas escaleras frontales, entramos en un edificio típico amsterdanés, justo delante de uno de los canales, y al pasar la segunda puerta para entrar al local propiamente descubrimos un pub alargado, lleno a rebosar aunque íbamos temprano, con muchas pizarritas (es de los mismos dueños que el Beer Temple, de hecho) y una carta de cervezas con 
Bien.
acento exclusivamente neerlandés. De casualidad, pudimos sentarnos en la barra, aprovechando la marcha de una pareja, y después de observar bien las posibilidades anunciadas en tiza, pedí a un muy simpático camarero si tenían un "beer menu", y con una sonrisa me trajo una gruesa carta, como de restaurante apañado de menú, con TODAS las cervezas que podía llegar a tomar, que no eran pocas.

Empezamos la ronda neerlandesa con una Maallust Weizenbier, una Wit típica salvo por su marcada dulzura y unos interesantes toques de manzana y uva verde. No romperá moldes, pero sí que sabía muy natural y era altamente bebible. La siguiente, otra historia: Emelisse Black IPA. Hacía tiempo que quería probar una Emelisse, y finalmente pude saciar mi sed con un grandísimo ejemplar de barril. Se trata de una cerveza muy compleja, con lúpulos y malta

Emelisse BIPA, deliciosa.
empatando en una lucha para la preponderancia en aroma y sabor, con agradables toques de chocolate, café y caramelo quemado en conjunción con  notas a pino y cítricos. Con un cuerpo medio-alto y paladar muy suave, el retrogusto era intenso y muy placentero. Una cerveza que me gustaría tener fija en casa, para aquellos días que necesitas el punto amargo pero refrescante de una cerveza subidita en lúpulo y la relajación que siempre asocio a las Stout.


Potente...

Después de un lavado de boca con pan y agua, pude concentrarme en la que sería la última cerveza de la noche. En este caso opté por una sugerencia del compañero Gabriel (de Zombier), que me había recomendado que probara las cervezas de una cervecera bastante desconocida en los Países Bajos, bajo el nombre de Mommeriete. Después de probar uno de sus ejemplares, no me sorprendió ver que empezaba, ya, a ser una cerveza no tan remota. Escogí la Scheerse Tripel, que con sus 9,2% ABV me hizo disfrutar de su aroma perfumado e intenso, de carácter dulce, cítrico, con un fondo de malta y toques a cereal, levadura y algo de lúpulo. En boca se notaban los toques alcohólicos, si bien daban fuerza y carácter a una cerveza con bastante cuerpo, que terminaba seca y dejando un agradable sabor.

¿Os gusta mi local? Fíjate cuantas referencias locales
tenemos en barril...

Luego nos fuimos de este buen local, que la verdad es que tenía un encanto especial. El barrio rojo nos esperaba, pero dado que el placer que yo buscaba era cervecero mi visita duró lo que un breve paseo por las calles principales y algunas callecitas más estrechas. De mi opinión sobre el Barrio Rojo podemos hablar otro día entre cervezas (aunque os puedo adelantar, con matices en un sentido y en otro, que no es estrictamente negativo).

Sólo nos quedaba medio día en Amsterdam. Faltaba, sin embargo, cargar la "maleta de las cervezas". Próximo episodio en tu casa.
Biercafe 't Arendsnest, por fuera.


Puedes ver las demás entregas de esta serie en los siguientes enlaces:

De paseo por la capital de los Países Bajos (parte I)

Comentarios

  1. Phew, vaya maravilla el tal Beer Temple, habría tardado horas en elegir (además de que mi experiencia con las cervezas americanas es bastante limitada, lo que lo dificulta aún más si cabe)

    Por cierto, ¿qué tal la experiencia con la Black IPA? Aun no he probado ninguna y tengo curiosidad de si es realmente distinto a lo que ya existe.

    ¡Un saludo!

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  2. Birraire, peazo día que te marcaste... mamma mía!!! Me he tirado un buen rato repasando las diferentes fotos (ampliadas, evidentemente.. ;P) y es acojonante lo del Beer Temple... Yo hubiera entrado y quizás a día de hoy aún estaría allí con la banqueta o la silla formando parte de mí...jaja! Impresionante!!

    Sobre Mommeriete, probamos una suya en De Dolle que nos sacó Kris (el maestro cervecer) y me pareció una de las mejores del viaje.

    Embracing, sobre Black IPA, te recomiendo Beer Here Dark Hops. Si te haces con ella ya me dirás que tal y si se te parece a alguna otra cosa que hayas probado antes IPA o Imperial stout... ;P

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  3. ED, pues a mi me pasó un poco eso, ya que mi experiencia con cerveza americana no va mucho más allá de las típicas que podemos encontrar por aquí (las básicas de Rogue, Flying Dog, Anchor, Brooklyn, Sierra Nevada, Anderson Valley, Victory y alguna más).

    Sobre las Black IPA, a mi me parecen una maravilla (como tantas otras... es que de hecho cualquier cerveza bien hecha tiende a gustarme mucho :-). La Emelisse, concretamente, es como una Porter interesantemente subida de lúpulo. La gente de Marina Cervesa Artesana está a punto de sacar la suya... voy a estar atento porque manejan bien los lúpulos en Blanes :-).

    Pau, yo porque tenía tratos prestablecidos, que sino me habrían asignado un rincón particular en Beer Temple. Tengo otra Mommeriete en casa, ya os contaré qué tal mi segunda experiencia. Por cierto, las etiquetas que tienen son chulísimas :-).

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  4. Yo en Beer Temple opté por una Wild Goose, pero no podía abusar esa noche porque a la mañana siguiente madrugaba para volver a casa y además salía de un ataque de gota... aún así, la charla con el camarero y con un coleccionista y gran cervecero checo Pavel, fueron de lo mejor de mi viaje!

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  5. Como ya te he comentado por Twitter, es bueno tener algún límite (excepto gota, que jode) cuando estás en locales como Beer Temple. Es curioso como con una charla con desconocidos en un pub remoto nos llevamos tan buenos recuerdos :-). La magia de la cerveza, sin duda.

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