' Yo tengo intolerancia a los vagos. Y a los fascistas '. Con esta contundencia se expresa Eusebi Sánchez, después de conocer mis propias intolerancias - alimentarias -. A sus 72 años, y tras ejercer toda su vida una profesión de alta exigencia física, es el trabajador más intenso e incansable de Lupulina, una pequeña empresa familiar de Cassà de la Selva dedicada al cultivo del lúpulo, fundada por su hijo Jordi en 2013. Biólogo de formación, y 30 años más joven que su progenitor, en plena crisis se pregunta por qué la materia prima utilizada por los cerveceros artesanos del país, en especial el lúpulo, es de origen foráneo; y ante ello se propone iniciar un proyecto para facilitar un producto regular y autóctono a costes razonables, fomentando la economía local. Seis años después, dedica la totalidad de su tiempo laboral a su empresa, y duerme pocas horas en verano. Desde luego, Eusebi no puede reprocharle nada. ‘Lo que diferencia a un productor artesano es su t
Comentarios
Publicar un comentario