Sant Llúpol, o el birrabús...

¿Quién habrá diseñado el cartel, me
pregunto yo? Me recuerda algo...
Con un cierto-mucho sentimiento de culpa por irme de birras justo después de comer y abandonar a mi querida señora y esposa Mrs. Birraire por cinco docenas de borrachos, pero con mucha ilusión por vivir una celebración sólo para fanáticos de la cerveza, dejé mi coche-cama aparcado bien cerquita de la primera estación de la línea que nos llevaría a hacer un recorrido de vicio e IBUs a fin de celebrar debidamente la tradicional festividad de San Lúpulo en tres refinados locales barceloneses y uno del Maresme.

En la primera de estas estaciones se había quedado alrededor de las cinco de la tarde para adquirir el pliegue de tiques de consumición que, previo pago de 36 lerus por barba, nos correspondía a cada lupulado devoto. Al llegar al Freiburg, bien puntual, ya había un montón de birraires hincando el codo como campeones pero, dentro de mi habitual prudencia, quise saludar primero y beber luego.

De esta manera, me acerqué a Mikel y a los Caçadors de Cerveses, representados para esta lupulosa ocasión por Miquel y Alfredo. Al rato llegó también Dani Ruiz, de CerveTv, a quien no hacía precisamente mucho había visto un buen rato, en el marco de una pequeña colaboración de la que no vais a tardar a ver los probablemente-calamitosos resultados (por supuesto, por la parte que me corresponde, no por la suya).

Después de comentar el funcionamiento del tinglado, me dispuse a entrar al Freiburg para saludar al tío soso que está detrás de la barra y pedir mi primera birra. ¡Vaya cosas nos tenían preparadas! Cascarte ya unas birras tan raras y contundentes de entrada estuvo genial; aunque se palpase en el ambiente cierta sensación de taja temprana.

Empecé por la Hornbeer Imperial IPA, que me enamoró. Dentro de las "IPAs subiditas", de lo mejor que he tomado hasta ahora (aunque, para ser riguroso, me gustaría volver a probarlas todas antes de emitir un veredicto serio y cierto).

Antes de que me la pudiera terminar, sin embargo, fui objeto de un control de alcoholemia inesperado: una pinta de cerveza altamente petrolífera (ver mi tercera cerveza consumida, más adelante) se precipitó de repente en mi dirección. Mis reflejos demostraron que podía seguir gozando de la fiesta, al no llevarme más que dos gotitas en las zapatillas (algo que no sé si habría podido repetir en cada una de las paradas que hicimos... pero vamos).



Seguí con la Hornbeer Dryhop; rica, sí, pero no al nivel de su hermana. Ésta, entrar en el pack, no entraba; pero el tío soso del que antes os hablaba estaba empeñado en que los Caçadors y un servidor saliéramos bien finos de la primera parada. Vamos, y Albert y Ana también; que por fin pude saludarles en persona después de varios intercambios de impresiones virtuales y muchas lecturas en redes sociales.
Pero Manolo (sí, el tío soso) demostró que no llevaba mala intención, alimentándonos con unos deliciosos pinchos de bistec con brie desecho por encima, al toque de orégano, que estaban para chuparse los dedos.

Siguió la ronda cervecera con la Black Magic Woman, también de los noruegos cornudos de Hornbeer, que creo que se ganó a todos los devotos que nos habíamos congregado santamente en el templo cervecero de l'Hospitalet, gracias a su alta complejidad. Ésta os aseguro que hay que probarla (si os gustan las tendencias al extremo).

Antes de irnos, Manolo se sacó de la chistera una botellita de Mikkeller Vesterbro Toilet Bajer para rematar la faena. Fue francamente curiosa, esta cerveza; incluso más que su llamativo nombre. Con las prisas del autobús, que ya nos esperaba para iniciar el camino a la auto-destrucción de nuestras personas, no pude probarla tan tranquilamente como me habría gustado, pero sus notas a menta y uva me resultaron muy divertidas para una wit.

Nos despedimos del tío soso más salao y majo de la comarca y nos marchamos al bus. La gente de la calle parecía intuir que no éramos boy-scouts, pero exactamente qué hacía toda esa marea de peña subiéndose a un autobús en la Carretera de Sants, creo que nadie llegó a saberlo.


El vehículo era conducido por un cachondo chófer que en todo momento pareció pasárselo en grande; tal como si estuviera tomando birras con nosotros, él también. Un grande. En cuanto al ambiente, en este primer trayecto fue tranquilo: las Hornbeer, la sonrisa de Manolo, política, deporte, política y deporte, Mónica Limón, Mónica Naranjo. Muchos anticipaban lo que venía a partir de entonces; yo, sinceramente, no había leído previamente qué birras tomaríamos, así que me llevé una buena sorpresa en cada garito. La ignorancia, siempre tan atractiva.

Y después de cruzarnos Barcelona casi de punta a punta, llegamos a la calle Manigua, que no conocería ni Dios ni San Lúpulo si no fuera porque allí está el 2d2dspuma, tienda y cervecería. En este caso que nos viene ocupando desde que he empezado a escribir lo que, a falta de tres paradas, promete ser un post largo, nuestros víveres estaban en la tienda, a fin de no molestar a las pobres personas que querían disfrutar de una birra en la cervecería, y supongo que también por razones de aforo.

Susana, María y compañía nos habían preparado algo muy especial, seguro que con un buen puñado de cariño. Y sino fijaros en la foto, donde podéis apreciar la bonita parada que habían montado con nuestras tostas, que escondían dos pequeñas peculiaridades: gelatina de lúpulo amarillo y salsita de cerveza Bernard.



Para regar este bocata de cardenal tan cervecero había dos buenas cervezas bien cargadas de lúpulo: la Green Gold de Mikkeller, una IPA que nadie discute (y, si alguien lo hace, por ahora ha sido a mis espaldas), y la Viernes 13 de Zulogaarden, que aunque pueda parecer extraño, fue novedad para mí. ¿Mi veredicto? Top-2 de los zulos. Y su imagen, como no podía ser de otra forma, macarra y genial.

A modo de anécdota (en una feria, lo habría puesto en el apartado de miscelánea), destacar que es la segunda vez que voy al 2d2 vestido de calle; y que la primera había sido dos días antes. Un logro; una racha que espero que siga y prosiga.

Y por lo que atañe a desvirtualizaciones, pude estrechar la mano de Sergio Anadón y charlar un ratillo con él. Después de unos cuantos tweets cruzados, finalmente coincidimos. No me pareció una mala persona. A ser verdad, de hecho, hasta reconocería que me pareció un tipo la mar de majo. Ahora me queda conocer a su cuñado (sí, va por ti).

De nuevo en el autobús, el ambiente no arrancaba del todo, pero las métricas de IBUs indicaban ya cierta ingesta de lúpulo, y hasta hubo algún tímido cántico. Rubén, de la Cerveteca, nos obsequiaba con sus acuradas descripciones de las siguientes birras que tomaríamos. No por problemas etílicos, yo seguía llegando a los sitios sin saber qué iba a tomar; quizás la única excepción fuera la siguiente cerveza que tomé.

Al llegar a La Cervecita Nuestra de Cada Día, mi sentimiento de culpa inicial ya había empezado a menguar; pero otra culpabilidad me acosaba: con la llegada de más de cincuenta sedientes gargantas, jorobamos la tarde a más de una persona que había apostado por tomar unas birras tranquilamente en el veterano local del Poblenou. Que dura puede llegar a ser la devoción cervecero-religiosa...



Sintiéndome un mal ciudadano, pedí la primera de las birras que me tocaban a Angie: una riquísima Poblenovina, que me sirvió para acompañar el pincho de jamon york con queso cremoso. Asimismo, acompañó una interesante conversación con los Caçadors, en la que por desgracia faltaron Albert y Ana, que tuvieron que excusarse, ya que Ana no andaba fina desde el inicio del día. Una lástima... pero, por lo hablado posteriormente, no tardaremos en compartir alguna experiencia interesante.

En plena conversación, y después de pedir la Double Crooked Tree (que, para mi gusto, aún estando rica le haría un favor controlar algo más el apartado alcohólico), pude conocer también a David, que había llegado a la Cervecita y se sumó a la fiesta, ocupando una de las dos plazas que habían quedado vacantes.

Angie y Joaquín no paraban un momento, y el ambiente empezaba a estar por todo lo alto; realmente, creo que el momento más social, de más intercambio y de más buen rollo de todo el viaje lupulero fue justo este. Tengo que reconocer, con cierta vergüenza, que ésta fue la primera vez que entraba dentro de La Cervecita; imperdonable de no ser que no soy de Barcelona, y que tengo pocos vínculos fuertes y directos con la ciudad condal (la ciudad es preciosa y me encanta; no me malinterpretéis). Pero después de este buen rato, y más sabiendo que es un habitual punto de encuentro de buenos compañeros del mundillo, no voy a tardar en volver. O al menos eso espero.

Quedaba una sola parada. Como el evento tenía un innegable carácter religioso, algunos devotos compañeros de viaje habían apostado por confesar sus pecados. Uno de los más recurrentes y, si me permitís, sorprendentes fue que no se habían estrenado. Y con eso no vengo a referirme a encuentros de índole sexual, ni relaciones coitales; sino que había un cierto grado de virginidad drunkmonkiana. Nunca apreciamos lo que tenemos en casa. Yo tampoco he visitado la Sagrada Familia... (pero el Drunk sí, ¡que uno tiene las prioridades bien establecidas!).

Mientras iniciábamos el viaje más largo y animado con el bueno del conductor, que parecía haber ingerido más lúpulo que algunos (envidiable su capacidad festiva sin estímulos cerveceros), Sven y su equipo se estaban preparando para recibir a veteranos y noveles, de acuerdo a la alta exigencia de hospitalidad que es marca de la casa en la tan admirada cervecería de Mataró.

Llegamos, entramos y nos sentamos. Cosas del destino, me senté en la misma mesa que he ocupado otras tantas veces. En esta ocasión, con la inmejorable compañía de Miquel, Alfredo y David, con quienes ya tendría el placer de pasar la totalidad los minutos que quedaban de celebración.


Empezando por el principio, nos sirvieron una espada de pollo al curry con mango, con una Jandrain IV Saison, que estaba francamente rica, a pesar de que su temperatura de servido me resultó un pelín baja. La fiesta siguió con la fantástica De Molen Rye IPA Cascade-Amarillo; San Lúpulo se relamía los bigotes ante un paladar tan fino y sedoso. Un grifito fijo de esta birra en mi casa no sería objeto de repudia por parte de mi familia.

Para terminar, me atreví a preguntar a mis compañeros de mesa si querían aprovechar nuestra estancia en El Templo para coger alguna cosilla de la carta; ante su falta de complejos, me dirigí a la barra a visitar a Sven, y cogí la carta con una sensación de cosquilleo por anticipación. Después de repasar, el consenso lo encontramos en una botella de Cantillon de 75cl. que prometía ser espectacular: Cuvée Saint-Gilloise, una gueuze con dry-hop de Styrian Goldings.


Y con esto podría terminar el post, pero sería injusto. Creo que los ojos de Alfredo, los ojos de Miquel y los ojos de David hablaban por sí solos. La alegría que aquel delicioso elixir estaba despertando en nuestros adentros era digna de componer una canción, o de recitar una poesía encima de la mesa; no por borrachera, sino por respeto y admiración a esa obra maestra. Pero para subirse a la mesa ya estaban otros compañeros, que parecía que con sus gritos, propios de persona ebria, sólo les faltaba este paso para elevar el grado de molestia otro peldaño. En fin.

La celebración había llegado a su fin, y el birrabús nos llevó a Barcelona, parando en tres puntos estratégicos: Glòries, Plaça Catalunya y Sants. Yo me bajé el último; de hecho, el bueno del conductor me hizo una parada clandestina cerca de Abadal; cosa que le agradecí animosamente.

Mi opinión sobre la celebración es altamente positiva. Creo que este tipo de festividades son muy divertidas, y con las ganas y el entusiasmo que habían puesto las cervecerías se disfrutó mucho más. Para próximas ediciones, creo que sería bueno institucionalizar algún tipo de frikada que anime el ambiente desde el primer momento. Algo simple. Se me ocurre, con las varias referencias que se hicieron a los sanfermines, que quizás se podría preparar algún tipo de pañuelo identificativo y conmemorativo del día. Es una tontería, lo sé; pero todo lo que sea crear un poco más de ambiente y sarao siempre es bienvenido por mi parte.

Ante todo, felicitar a la organización, que de una idea nacida en el blog de Cervecearte para un evento digital, supo organizar un evento físico y jocoso-festivo, la mar de divertido y bien montado; para gozar de la cerveza, los pinchos y la gran compañía de la buena gente que habita este mundillo cervecero nuestro.

A todos ellos, con especial atención a los organizadores, salut i birra!

Comentarios

  1. Puf... que envidia! que buena idea y que bien perpetrada! jejeje, a ver si montamos algo parecido en Madrid, que ya se va pudiendo! Un saludo!

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    1. La idea fue realmente genial, y la organización impecable :-). A Madrid se va pudiendo... pero quizás un autobús sea exagerado por ahora. ¡A ver si la cosa sigue como ahora y podemos disfrutar también de eventos de este tipo por la capi! ¡Salud Raúl!

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    2. Si, lo del autobús sería un poco exagerado, no hay tanta distancia de un sitio a otro, así que habrá que hacerlo! jajaja, un saludo!

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  2. Opino como Aniceto: muy buena iniciativa, que podría tener su réplica en Madrid. Ya tenemos algunas cervecerías que merecen la pena. Por cierto, lo de no apreciar lo que tenemos en casa, suele pasar. El ejemplo que has puesto con la Sagrada Familia y el Drunk Monk me ha recordado un dicho que decía un amigo mío: "Mientras el clero reza el ateo bebe cerveza", jejeje, aunque a decir verdad no hace demasiada justicia a la historia de la cerveza en Europa, bien ligada a los monasterios. Y también me ha gustado lo de "veteranos y noveles", ay! Joan, que te me conviertes ;) jejeje. Salu2!

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    1. Vaya si pasa lo de no apreciar lo de casa... fíjate el lateral derecho del Castilla de la temporada pasada, como no ha subido este año al primer equipo, ya que hablamos del Madrid, jajaja.

      Veo que los guiños que hago a ciertos sectores de lectores del blog no siempre pasan desapercibidos. Éste iba bien dirigido al sector merengue ;-). Pero de conversión nada: Sabadell, Barça y luego quizás el Atlético. Pero el RM me pilla lejos aún.

      ¡Saludos JAB!

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  3. Felicidades a los asistentes y a los organizadores: ¡sois unos auténticos cracks! En cuanto al final de velada... brutal! Menuda envidia esa Cantillon y ni qué decir de esa "espada de pollo al curry"!! Este próximo fin de semana tendremos que presionar a Sven para que saque otra remesa, jaja! Saludos santoralmente envidiosos! ;)

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    1. Ei Pau! Te habría encantado la Saint-Gilloise; muy fina, deliciosa. Este finde que viene vamos a pasarlo bien en Mataró. ¡La cosa pinta genial! A ver si compartimos alguna joya de este calibre.

      Por lo del trasvase de botellas, ya lo hablamos por FB. A malas, puedo pasarme por donde estés alojado y descargamos.

      Salut!

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  4. Parece que ha sido todo un éxito. A ver si el año que viene estamos en condiciones y vamos a este evento, que aunque sea el primer año, visto lo visto tiene pinta de consagrase

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    1. ¡Buenas! Pues sí, tiene toda la pinta de convertirse en un fijo en el calendario de eventos cerveceros. A ver si el próximo año os animáis y compartimos unas :-). Salud ¡y que viva San Lúpulo!

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  5. VEO QUE APUNTAS MANERAS, YA QUE EL MAYOR GUIÑO DE TODOS FUE.......PILLAR UNA CANTILLÓN CON LOS COLORES DEL BARÇA!!! JAJAJAJAJA. ESA ESTABA RICA, SI O SI, JEJE. YA ME IMAGINO EL BUS...
    PARA SER CONDUCTOR DE PRIMEEEERAAAA
    LUPULEEEEAAAA LUPULEEEEAAAAA
    SALUDOS CRACK! ;)

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    1. ¡Es que no se os escapa nada! jajaja. Te aseguro que rica lo estaba, y mucho. Muy fina; entraba sola.

      Pues en el bus faltaron cánticos. El próximo año pásate por la celebración y seguro que ambiente no va a faltar :-). ¡Saludos Jorge!

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  6. Hey Joan! Mensaje recibido jaja. Como me hubiera gustado estar ahí, pero todo no puede ser, este finde, en principio, me dejaré caer un rato el sábado por el Drunk monk si estas por ahí nos vemos ;)

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    1. Nos evitamos, ¡está claro :-P! A ver si antes de que termine el año coincidimos... ¿Fes-t'hi?

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