De las cervezas de batalla...

(o de posibles modelos de negocio, después de que cuestionara el de las micros)

En los últimos tiempos, me ha sorprendido observar una tendencia consistente en criticar el enfoque de algunas cerveceras a contar con una sola cerveza, que puede llegar a suponer más de la mitad de la producción, y sobre la cual acostumbra a recaer la responsabilidad de obtener el grueso de los ingresos de una empresa. Desde distintos flancos parece que hay personas que, aunque a mi personalmente se me escape el porqué, lo ven como algo negativo.

Cabría entrar en el detalle de cada caso, y de cada cerveza; incluso de cada crítica. ¿Pero a qué divinidad cervecera se ofende por tener una cerveza (o dos) "para todos los públicos"? Hace unos meses, me quejaba de la poca visión empresarial de muchas de nuestras micros, que saben cómo hacer cerveza (algunas de ellas con auténtica mano de santo) pero parece que están obviando que será la viabilidad de su proyecto la que, en última instancia, determinará si sus cervezas seguirán estando allí o pasarán a ser un simple producto folclórico que, con el tiempo, caerá en el olvido.

Si miramos fuera, en países con mayor tradición cervecera que el nuestro, nos daremos cuenta de que muchas empresas cerveceras, que elaboran auténticas joyas, tienen una diversificación de producto notable a fin de alcanzar a todos los consumidores posibles. ¿Deberían producir sólo cervezas para paladares finos? ¿Están traicionando a la cerveza y a los cerveceros con ello? Lo dudo; e incluso desde sectores que son tachados, en ocasiones, de radicales tampoco se ve así.

A todo ello le daba vueltas, hace un par de meses, en un contexto bastante pintoresco. Me encontraba lejos de casa, celebrando a ritmo de The Doors la victoria de la selección de Gales en el último Seis Naciones de rugby y, simultáneamente, el enlace matrimonial entre dos grandes amigos. Antes de pasarme al Penderyn (whisky galés, el único que se produce legalmente en el pequeño país), tomé la enésima pinta de Brains Smooth, una cerveza que sólo se deja beber. La enérgica voz de Jim Morrison seguía sonando, y yo observaba las bufandas y camisetas rojas, algunas de ellas con publicidad de Brains, mientras pensaba en cómo la empresa de Samuel Arthur Brain había conseguido estar en las elásticas del equipo de rugby de su país y en la gran mayoría de establecimientos; en mi triste pero bebible pinta, pero también en boca de los paladares más exigentes.

Clásica, y deliciosa.
La actual Brains Smooth, anteriormente Brains Smooth Bitter, fue introducida en 1996 (la empresa fue fundada en 1882) para dar una alternativa local a la creciente demanda de cervezas nitrogenadas, tan fácilmente sesionables y adaptadas a todos los potenciales consumidores. Con el tiempo, la gama Smooth cuenta con cuatro cervezas más, entre las que se encuentra hasta una Extra Cold (servida a 3º). Si lo analizamos desde el puritanismo, puede parecer una auténtica aberración cervecera de que existan estas cervezas en un país como Gales, pero la Brains Smooth es la superventas de la cervecera de Cardiff, que gracias a su amplia distribución y el gigantesco consumo que se hace de ella permite que SA Brains pueda producir, sin excesiva preocupación por el margen, un sinfín de variedades para los cerveceros que buscan algo más que una simple bebida.

Sin esta estrategia, posiblemente Brains no sería lo que es hoy en día, y sus beneficios habrían terminado en manos de grandes grupos internacionales. Asimismo, cervezas memorables como los casks de Brains Dark, The Rev. James o Brains IPA serían distintas o no existirían, y no habrían cosechado los elogios y premios que, incluso desde la CAMRA, han ido recibiendo. De hecho, éstas y otras cervezas de la marca son fijas en los CAMRA festivals del oeste británico.

Por último: ¿qué pasaría con las ocho seasonals de Brains, o la nueva Brains Craft Brewery? Este último proyecto está claramente dirigido al cervecero hardcore, que ve como las cerveceras tradicionales están dejando la oportunidad de posicionarse firmes en un terreno que se considera foráneo, pero que paso a paso se abre un importante mercado en todo el Reino Unido. En otra gran maniobra estratégica, Brains ha sacado hasta la fecha 29 cervezas distintas bajo la nueva marca, que sin olvidar el espíritu británico en sus creaciones ha sabido fidelizar al cervecero local apuntándose a las últimas tendencias más lupuladas, a la producción de cervezas de baja fermentación, o al uso de las exquisitas maltas ahumadas alemanas, entre muchas otras.

Con todo ello, ¿a dónde quería llegar? Por ahora no tengo la exclusividad en la distribución de estas cervezas, ni me ha llegado aún la caja de las 29 variedades de BCF que me prometieron si posteaba sobre ellos, así que no se trata de una campaña publicitaria. Coñas a parte, mi idea aquí era la de subrayar nuevamente aquello de los modelos de negocio, y argumentar a favor de las "cervezas de batalla" como posible enfoque para dar viabilidad a un proyecto empresarial. Incluso la CAMRA es tolerante con este tipo de estrategias... ¿a caso el término "cerveza artesana" nos vuelve locos y/o más papistas que el Papa?

AIPA galesa; impensable
hasta hace poco.
Probablemente Brains no sea la cerveza favorita del cervecero galés más recto, pero está claro que la empresa no se olvida de aquellos que se sienten más identificados con su bebida, ofreciéndoles cervezas locales de gran calidad a buenos precios y bien distribuidas, incluso en Tesco (el supermercado por antonomasia); mientras su gama Smooth les reporta el cash necesario para seguir adelante con todas sus iniciativas, incluidas numerosas esponsorizaciones a actos y eventos altamente celebrados en el país.

Nosotros estamos lejos de este estadio, y dudo de que a largo plazo ninguna empresa se parezca a lo que es hoy Brains, especialmente porque se trata de realidades sociales y cerveceras muy distintas. Pero que sirva su ejemplo para ver que hay muchos públicos posibles para la cerveza, que para subsistir en una industria como la cervecera también hay que escuchar al consumidor y observar las tendencias del mercado, y que el puritanismo cervecero carece de sentido: debería entenderse todo desde una perspectiva más flexible.

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