Cerveza en Canadá (II) - Mill Street Brewery

Después de un primer post introductorio, vamos a repasar mi experiencia canadiense por distintos brewpubs de este precioso país norteamericano, empezando por el primero de la lista.


Mill Street Brewery (MSB)

No fue hasta el tercer día de viaje que nos plantamos en el primer brewpub. Habíamos visto las cervezas de la Mill Street en varios restaurantes de Toronto y Niagara, pero me había abstenido de probarlas para esperar a hacer una degustación in situ.

Probablemente la micro más famosa de la zona, la MSB se encuentra, como bien indica el nombre, en Mill Street: un famosa calle del pintoresco Distillery District de la ciudad de Toronto. Este distrito nace en 1832 a partir de la destilería Gooderham & Worts, que en su momento fue la más grande de todo el imperio británico. En tiempos más contemporáneos, las naves industriales victorianas de ladrillo rojo fueron restauradas, y actualmente albergan estudios de artistas, galerías, tiendas y restaurantes; entre ellos, la famosa Mill Street Brewery.

Después de esperar nuestro turno con las agradables camareras de la puerta, pasamos al interior del local, que nos sorprendió por ser muy espacioso. Con mesas por todos los sitios y en distintos ambientes, la decoración, 100% cervecera, era de un gusto exquisito. Todo el brewpub era como una enorme y valiosa colección de breweriana monoempresa (obviamente de la MSB).

Sí; la luz de techo me enamoró. Podréis deducir
fácilmente que ponía en el otro lado.

Al sentarnos, enseguida nos atendieron. Mrs. Birraire apostó por una ensalada; yo llevaba tres días comiendo hamburguesa, pero con la pinta que tenían las de allí no pude resistirme y me lancé a por otra. Para "pasar el rato", pedimos nuestra primera consumición: había mucho para elegir, tanto en botella como barril. Mi estimada esposa apostó por una Mill Street Raspberry Frambozen; por mi parte, la elegida fue la MS Ambre de Chaudiere.

Detalle de la hamburguesa estocada.

La Frambozen no tenía mucho secreto: cerveza de temporada (verano) de alta fermentación, con notas de fruta natural y fresca interesantes, pero también algunos toques de sirope. A priori, habría pensado que pecaría de dulce, pero presentaba un bien trabajado equilibrio entre acidez (mayoritaria) y dulzor (sutil). De final floral y seco, cuerpo entre ligero y medio; algo aguado. Refrescante y agradable; buena combinación para una ensalada de hoja fresca.

Otro tema fue la Ambre de Chaudiere. Este híbrido entre blonde belga y bière de garde resultó ser muy refrescante también, (algo que agradecí porque el día lo pedía), a pesar de sus 7% ABV. De aroma intenso, con buenas dosis de levadura y notas a banana, algo de caramelo, especias y suaves toques florales. En boca muy similar, con una intensidad alcohólica leve y con recuerdos a hierba al tragar. Con un paso por boca agradable y envolvente, la cervecita en sí me convenció bastante. Habría podido repetir con suma facilidad.

Tanto la Framboze como la Chaudiere acompañaron bien nuestra comida. La ensalada no era cybercósmica, pero estaba bien; la hamburguesa ¡absolutamente deliciosa! Me había quedado genial después del buen trozo de carne y acompañamiento que me acababa de pimplar, así que decidí no pedir postres. En su lugar, ataqué otra cervecita; esta vez en formato pinta. Mi siguiente víctima fue la Cobblestone Stout.

El aspecto era escandaloso; la verdad es que la cerveza alimentaba sólo al mirarla. Si bien en nariz se presentaba algo más tímida, dejando entrever de manera sutil pero elegante el festival sensorial que se despertaría en lo que vendrían a ser mis papilas gustativas. En boca... ¡espectáculo! Con una entrada floral muy agradable, la bestia se despertaba con intensas notas de chocolate y cereal tostado, con un trago largo y seco, reminiscente de frutos secos. Esta Dry Stout es aquello por lo que pagaría pasta gansa para tener fijo (y fresco) de tirador en casa.

Después de mi gozo máximo, pedimos la cuenta. Yo me excusé para que pagará Mrs. Birraire a fin de acabar de dar una vuelta por las instalaciones y ver la maquinaria, que podía verse a través de un cristal desde distintos puntos del brewpub. De hecho, como veréis en la siguiente foto, algunas mesas de privilegio tenían vistas de lujo. A modo de apunte curioso, justo en el momento en que me puse a estudiar detenidamente las máquinas estaban rellenando algunos barriles con frambuesas. De buena gana les habría echado un cable.


Al marcharnos, pasamos un rato contemplando todo el merchandising de la Mill Street Brewery: camisetas, gorras, cubos, cantimploras, chaquetas, bandoleras... Y entre todo, unos growlers preciosos que me pedían a gritos venirse conmigo a casa. Pero quedaba mucho viaje por delante, no andábamos sobrados ni de espacio ni de peso en la maleta, y finalmente tuve que refrenar mis ansias.

Y así fue la primera experiencia birraire en un brewpub canadiense. Habría podido tomar más cerveza, seguro; pero aunque no lo parezca (y a toda la serie de posts me remito) no se trataba de un viaje cervecero. A parte, también tuve oportunidad de coger alguna botellita durante el viaje para probar, por ejemplo, la icónica Tankhouse Ale de la MSB.

En la siguiente entrega, el miércoles que viene, no nos movemos de Ontario. Ni siquiera de Toronto. Espero que os haya gustado este delicioso brewpub. Aquí tenéis dos imágenes extra:

Parte de la larguísima barra. Impecable.

Detalle de una de las originales paredes del local.


Salut i birra!

Comentarios

  1. Muy interesante... además acabo de descubrir que la Mill St es canadiense pues creo que la chapa la tengo en mi colección de USA pues daba por hecho que era de allí... Ningún día te levantarás sin saber una cosa más!

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    1. Jajaja! Hombre, es que la chapa tiene así una pintilla yankee importante :-). El día que decidas volver a Canadá te recomiendo que pases por allí. Una abraçada Txema!

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  2. Muy chulo el sitio. Ahora bien, a ciegas y sin las constantes referencias a nuestra querida espumosa, hubiera dicho que se trataba de alguna de esas hamburgueserías de Beverly Hills, con el logo del vaso de la Chaudiere y la decoración del local, el peazo hamburguesa (¡mamma mía que pinta!)... Ya estoy esperando con ganas tus próximas andanzas por Canadá! :) Salut!

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    1. Sí, el sitio tiene una pinta muy yankee, pero es que Toronto no parece una ciudad canadiense en muchos aspectos :-P.

      Yo la verdad es que sólo estar dentro lo pasé genial. Me encantan los sitios que demuestran tanta devoción y respeto por nuestra bebida. Empleados sonrientes, local bonito y bien decorado, junto a un buen producto. Y oye, ¡precios nada mal! ¿Qué más se puede pedir?

      Una abraçada Pau!

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